Apuntes sobre el coste de la vida en la República romana.

 

En las revistas numismáticas y dentro del ámbito ibérico o romano son numerosos los artículos referidos a la circulación monetaria, hallazgos o emisiones de cecas locales o foráneas. La mayoría de nosotros hablamos corrientemente de denarios, quinarios, ases sestercios, etc.., del peso de estos y de sus relaciones entre si, pero pocas veces leemos algo referido al coste de los productos de consumo y servicios que se podrían conseguir con estas monedas. Tema éste que quizás corresponda más a los historiadores, algunos de los cuales, como Balil lo han estudiado extensamente, pero siempre fuera de los medios numismáticos. Se nos presentan pues, una buena excusa para divulgar entre los lectores de esta revista, los valores de algunos productos que las fuentes nos suministran. 

Por la extensión del tema , en este artículo solo trataremos de costes en época romana republicana. 

Antes de entrar en materia, deseamos comentar las dificultades y reservas del estudio de las fuentes, cuando se refieren a costes plantean. Cuando éstas tratan del valor de un producto o de una propiedad casi siempre se refieren en circunstancias extraordinarias (superabundancia, o escasez por motivos bélicos, sequía, dificultad de suministro...) en las que hay un desequilibro entre la oferta y la demanda. En el caso de propiedades el autor lo comenta para destacar el alto precio que se pagó (Craso compró una casa en el Palatino por valor de 1.500.000 denarios) valor fuera de lo normal, no útil para tomarlo de referencia. En ocasiones destacan el precio de un producto determinado por lo barato en las Galias o en Egipto. En conclusión, pocas veces los textos se refieren al valor corriente de un artículo de consumo.

Por otro lado es peligroso extrapolar los costes de una provincia romana a otra, como ocurre hoy entre países; el precio de un producto no es el mismo en el lugar de producción que en el lugar de consumo, alejados muchas veces por miles de kilómetros. Por lo tanto difícilmente podremos relacionar el precio de una medida de vino en Grecia con uno en Hispania, sin detenernos demasiado en sus distintas calidades, siendo éste otro problema adicional.

Las circunstancias militares y políticas (conquistas, revueltas, tributos, etc...) que se desarrollan en una provincia en el momento en que se citan de ella algunos precios, invalidan la normalidad de estos valores. 

Como ejemplo de lo dicho anteriormente, analizaremos los precios de Lusitania en la segunda mitad del siglo II a C., datados por Polibio, según un texto de Ateneo.

-Un medimnos siciliano de cebada valía un dracma. (medimnos siciliano 53 litros) 

-La misma medida de trigo, 9 óbolos. -Un metretes de vino, 1 dracma. (metretes 39,3 litros) 

-Un cabrito de peso mediano o una liebre, 1 óbolo. -Un cordero entre 3 y 4 óbolos. 

-Un cerdo de 100 minas, 5 dracmas (mina 4, 5 Kg. 100 minas corresponde a 450 Kg. que parece bastante exagerado) 

-Un talento de higos, 3 óbolos. (talento 26 Kg.) 

-Un buey para arar, 10 dracmas. 

(Aunque los precios están citados en dracmas, se cree que en realidad se trata de denarios, 1 denario = 1 dracma = 6 óbolos.) 

Estos textos han sido estudiados por diversos autores, siempre en relación con los precios de otras provincias, sin analizar demasiado las circunstancias que existían en Lusitania en estos años tan turbulentos. 

La polémica entre los historiadores ha sido si los precios citados por Polibio en mitad del siglo II a C. en Lusitania se podían considerar caros o baratos, tomando como referencia el valor medio en el resto del Imperio. ¿Caro/barato para los romanos o para los lusitanos?. Dos sociedades totalmente diferentes que en este periodo de guerra se podrían simplificar de la siguiente manera: por un lado bandas de lusitanos, creadas en muchos casos, como única salida a la miseria de sus comunidades y por el otro el pujante ejército romano, invasor y vencedor de media Europa.

Entre las razones que han usado los especialistas para evaluar estos precios, destaca una, fundamental para nosotros los numismáticos, y es que en la Lusitania del siglo II a C. no existe una verdadera circulación monetaria. Raramente por tanto unos valores dados en dracmas/denarios y óbolos podrían tomarse como representativos. Una moneda sería para un indígena una pieza de lujo o prestigio, como un jarrón, una joya...sin valor transacional real como tenía en otra sociedad donde existiese circulación monetaria. (Diodoro afirma que los mercenarios de las Baleares se gastaban inmediatamente la paga en presentes y vino porque no sabían que hacer con la moneda al regresar a su patria.) 

Si en la Lusitania no existe circulación monetaria en estas fechas ¿Cómo Polibio cita unos precios en dracmas y óbolos? Las sociedades antiguas que carecen de numerario se sirven del trueque en sus relaciones comerciales; para que este cambio sea rápido y fluido se suele tomar un producto o varios como referencia transacional: una medida de cereal, un cordero mediano o un buey para transacciones de mayor valor. La medida de cereal es la mas común en estas sociedades. Posiblemente Polibio cuando cita estos precios, es él el que convierte las relaciones entre estas "unidades de trueque" lusitanas en relaciones de trueque griegas y romanas y después en sus valores monetarios, olvidando quizás las distintas circunstancias y realidades económicas y socioculturales existentes entre Roma y Lusitania a mediados del siglo II a C. 

OTROS PRECIOS 

Alimentos 

- En Roma y en la Península Itálica en el 210 a C. un modius de trigo costaba 2 denarios; en el 196 a C., 2 sextercios; en el 74/70 a C. 4 sextercios (modius= 8,73 litros, son precios políticos, es decir baratos). Una ánfora de vino (precio máximo) en el 89 a.C., 100 denarios. Una libra de carne de cerdo en el 150/100 a C., 1 y 1/3 ases; una libra de carne de buey, 2/3 ases; un cordero, 5 ases, un cerdo 6-7 ases. 

- En Grecia, en el 190/169 a C. un medimnos de trigo, 10-11 dracmas; en el 179 a C. el metretes de aceite, 18-19 dracmas y 4 dracmas y 3 óbolos el keramion (casi igual que el metretes) de vino de Gnido. 

- En Egipto, en el 18 a C. una artaba (29 litros) de trigo, 3 dracmas y 2 óbolos; en el 13 a C. 4 dracmas. Una artaba de lentejas en el 45-35 d.C., 3 dracmas. En el 11 a C., 230 cotylae de aceite (un cotylos = 0,27 litros) 50 dracmas; el 1 d. C., la ración diaria que se entregaba a un obrero costaba 1 óbolo, las granadas 1 óbolo y los espárragos 1/2 óbolo. Un pichón, 1 óbolo. 

SUELDOS 

Otra de las dificultades y quizás la más importante para conocer el coste de la vida en época republicana es que apenas se conoce lo que cobraban los obreros y en consecuencia desconocemos la relación sueldo/coste de la vida. (De Egipto se dispone de bastante información sobre el salario de obreros y agricultores, pero pertenece al periodo imperial. Por ejemplo: en el año 79 d. C. los jornaleros agrícolas cobraban entre 3 y 4 óbolos diarios. En el 113 d.C. los obreros empleados en la construcción de un canal cobraban 10 óbolos diarios....). Del ejército sin embargo disponemos de mas datos. En la república in legionario cobraba 75 denarios al año, César dobla esta cantidad, es decir 150 denarios. Bajo Augusto asciende a 225 denarios al año. Un pretoriano de 125 denarios que cobraba en la república, pasa a 250 bajo César y a 500 y más tarde a750 denarios con Augusto. Según Polibio los centuriones en un principio solo cobraban el doble que un soldado, más tarde con césar percibían 1250 denarios y con Augusto 2500 denarios. Estos sueldos son discutidos por los especialistas ZEHNACKEU "La solde de l'armée romaine" da como sueldo de un legionario 120 denarios al año, 240 durante César, 255 bajo Augusto. De estos sueldos casi una tercera parte servirá para que los soldados paguen su equipamiento que les era descontado, costumbre que durará hasta el mandato de Alejandro Severo. Sobre el sueldo oficial había que añadir las donatina, primas ofrecidas para festejar las victorias o aniversarios solemnes. Bruto promete a su ejercito 1000 denarios por cabeza para sus triunfos. Tanto contaban los soldados con este suplemento que el mismo César sufrió un motín porque en una ocasión no entregó este donativo.